EL JABALI


En lo profundo de los misteriosos bosques de hoja decidua vive aún un gran animal que sintetiza el arquetipo que nuestro subconciente posee de todo lo montaraz, lo salvaje, lo peligroso. Es el jabalí, cuya incierta aparición, densa sombra en la boscosa umbría, tiene algo de mamut y de rinoceronte lanudo, codiciadas y temidas fuentes alimenticias de nuestros ancestros prehistóricos.



El masivo corpachón del jabalí puede inscribirse en dos conos ideales unidos por su base y comprimidos lateralmente. Esta peculiar arquitectura somática no se debe al capricho - nada caprichoso sobrevive en la naturaleza - de un hipotético demiurgo creador aficionado a la geometría. Por el contrario, es la solución óptima conseguida tras larga búsqueda evolutiva, para desplazarse por su intrincado biotipo. Gracias a ella, el jabalí es un verdadero taladro capaz de galopar por entre el más espeso matorral oponiendo la mínima resistencia.

Su cabeza, casi perfectamente cónica, de hocico muy prolongado, llamado jeta, que termina en un disco duro, sensible y móvil - soportado por un hueso - donde se abren los orificios nasales, es a su vez usada para excavar el suelo en una acción característica denominada hozar, abriendo zanjas y removiendo piedras en busca de raíces, tubérculos y pequeños animales.

CARACTERISTICAS

Con mucha frecuencia, singularmente tras los baños de barro, los grandes machos frotan sus costados contra algún tronco de árbol para mantener en perfecto estadio su corazón.

Pero esta actividad, unida a la colmillada que suele propinar al tronco después de rascarse, tiene también una función de balizamiento territorial.

Los machos adultos poseen una fortísima y amplia coraza de piel endurecida que cubre los flancos y evita las heridas graves en los combates de la estación reproductora.
En el período de celo suelen darse titánicas peleas entre los grandes machos por la posesión de la hembra. Cada uno intenta apuñalar el cuello de su oponente, única zona desprovista de coraza, mientras éste, si no puede esquivar la cuchillada, la para con su armadura costal. Frecuentemente las luchas comienzan con una posición de partida característica, tocándose los costados y con la cabeza de cada uno hacia la cola del otro, pero sin intentar acuchillarse los cuartos traseros, pues esta lucha, aparentemente tan terrible, está altamente ritualizada.
El cortejo de los jabalíes es tosco; con frecuencia el macho propina cariñosos hocicazos en la jeta y en el vientre de su consorte, emitiendo al tiempo gruñidos rítmicos característicos que aumentan la receptividad y consiguen la inmovilidad de la hembra.
Los rayones tienen un aspecto muy diferente de los adultos. La jeta es corta y la cabeza tiene un perfil redondeado, característico de cría. Su pelaje está compuesto por rayas leonadas alternativamente claras y oscuras que descomponen el perfil y hacen defícil distinguirlos entre la vegetación.
El pelaje de invierno, que cubre el cuerpo deń jabalí de octubre a mayo y cuya principal característica es la presencia de una espesa y furte borra, constituye una eficaz defensa contra el frío.